Cuando la duda y el deseo se instalan, es muy difícil combatirlos. El volumen de la idea crece día a día, y de repente te das cuenta de que pensás todo el tiempo en lo mismo: cambiar de trabajo. Para cambiar de aire, para conseguir algo mejor, para trabajar menos o para perseguir tus verdaderos sueños: el motivo siempre varía, pero todos en algún momento de sus vidas quieren cambiar. Y a veces la idea del cambio es más fuerte que tu situación personal, que el esfuerzo que hiciste para conseguir tu puesto o que las oportunidades realmente disponibles. Si te está picando el deseo de moverte a otra empresa, otra área o a una posición diferente, primero hacete estas preguntas, para saber si es el momento indicado:

Reflexioná pacientemente: ¿Estás viviendo un verdadero cambio en tu vida o solo te estás dejando llevar por un impulso? Si te sentís mal con el trabajo que estás haciendo, evaluá en detalle que es lo que te hace sentir así y considerá con paciencia por qué. Deberías hablar con tu jefe para mover un poco las estanterías antes de derribarlas por completo. Tal vez con un proyecto nuevo toda tu rutina cambia y volvés a encontrarle el gusto a tu tarea. Si después de un tiempo todo sigue igual, quizá ahí si sea momento de pensar en un cambio más radical.

Y por casa, ¿cómo andamos?: Pensar en un cambio individual y solitario es una cosa. Y otra muy distinta es cambiar de trabajo cuando tu pareja o tus hijos van a verse afectados por ese cambio. Si optás por el cambio, puede que no consigas otro trabajo durante un tiempo. Preguntate si es el momento indicado para hacer sacrificios, mover horarios o empezar un proyecto de largo aliento. Las obligaciones financieras, el momento de tu familia y el proyecto profesional de tu pareja son variables muy importantes que no hay que perder de vista. No se trata de dejar de lado las propias necesidades, sino de encontrar el momento adecuado.

La pregunta por la realización: Si no te sentís completo. Si tenés la sensación que tu actual trabajo no te permite realizarte o desarrollar todo tu potencial, puede ser una señal de que es hora de intentar otra cosa. Antes de hacer algún movimiento drástico, intentá empezar el networking para ampliar tu red de contactos o comenzá a especializarte con algunos cursos. Además de potenciar tu energía y motivarte, estas iniciativas te van a abrir el horizonte para descubrir nuevos caminos.

¿Hay lugar para crecer en la compañía?: Puede ser que lo que te esté faltando sea crecimiento y desarrollo profesional. Si ese es el caso, entonces quizás debas conversar con tu jefe sobre las opciones disponibles. Quizás tu malestar se debe a que creciste más allá de los desafíos que te puede presentar tu posición actual y que estés preparado para algo más. Es una conversación difícil, y la respuesta puede ser negativa. Si no hay lugar para crecer y si eso va contra tu felicidad, entonces llegó la hora de empezar a buscar algo que te haga sentir pleno.

Respeto y aprecio, bienes simbólicos imprescindibles: El clima general del ambiente de trabajo, el respeto, el sentirse útil y tenido en cuenta, son bienes simbólicos que crecen o decrecen en la percepción de cada uno de acuerdo al contexto particular de cada momento. Si no sentís que te aprecian o que te tienen en cuenta para proyectos desafiantes, tenés que evaluar si es un problema puntual del equipo en el que estás, o es más bien una particularidad de la organización. De acuerdo a si es uno u otro caso, el reconocimiento y valoración que necesitás los encontrarás dentro o fuera de la compañía en la que estás.

Siempre, antes de hacer un movimiento de carrera, averiguá cuáles son tus motivaciones. Si el sentimiento es momentáneo y pasajero o si es algo profundo que necesita un cambio de la misma envergadura.

Pero, por otra parte, siempre hay ocasiones que ameritan tomar riesgos y dar un gran salto en la vida. Y esta idea que te invade puede ser una gran oportunidad para hacerlo.