Los acontecimientos derivados de la pandemia, como los múltiples rebrotes de coronavirus, el alto nivel de incertidumbre, la crisis económica y las rutinas laborales y personales totalmente alteradas, han generado en la fuerza laboral global, niveles de cansancio y estrés pocas veces experimentados. Este contexto puede ser uno de los disparadores del “burnout” o síndrome del trabajador quemado, un estado de agotamiento extremo, físico y mental, que se produce por las presiones y el estrés crónico y que debe ser tratado por profesionales de la salud.

Para ayudarnos a estar atentos, el equipo de especialistas en gestión del talento de Randstad Uruguay identificó los 5 principales indicadores para detectar si una persona está bajo un estado de agotamiento extremo o padeciendo burnout:

1. Ausencia de motivación

La falta de motivación para realizar cualquier tipo de tarea es una señal típica de un proceso de burnout. La falta de energía para afrontar las tareas, el agobiarse en forma permanente con las situaciones que antes eran naturales, enfrentar las obligaciones y compromisos que se deben cumplir habitualmente en cualquier trabajo, la pérdida de entusiasmo y hasta el rechazo hacia el trabajo y la compañía para la cual uno trabaja son señales claras de esta situación.

2. Falta de concentración y dificultad para la toma de decisiones

La falta de concentración, muchas veces derivada del cansancio extremo, también puede llevar a las personas a manifestar dificultades para la toma de decisiones en su lugar de trabajo. Una decisión correcta y efectiva requiere de un esfuerzo cognitivo alto, de claridad de pensamiento y de un gran nivel de concentración, habilidades que se ven seriamente afectadas bajo los efectos del burnout.

3. Problemas de vinculación y aislamiento

El agotamiento también influye en la manera que tenemos de relacionarnos con jefes y compañeros de trabajo, haciendo que quienes lo sufren tiendan a aislarse y convertirse en personas poco colaborativas.

4. Frustración, irritabilidad y negatividad

Situaciones como el estrés crónico saca lo peor de cada uno, nos vuelve irritables, negativos, malhumorados y nos quita claridad afectando el discernimiento. Cualquier problema laboral se torna personal, un comentario constructivo se asume como una crítica negativa, socavando el buen funcionamiento de los equipos y derivando constantemente en situaciones que tensan los vínculos.

5. Falta de resiliencia

Otro aspecto típico del burnout es la falta de resiliencia, es decir, la capacidad para superar un problema y salir fortalecido. Es natural que un fracaso, una mala noticia o una crítica nos hagan sentir momentáneamente mal, pero si el malestar o el enojo persisten, esto indica que hay algo

más y que está afectando nuestro desempeño y la relación con nuestros colegas.

En conclusión, hay que estar muy atento a estas señales y, en los casos en que se detecta alguna situación anómala asociada con el agotamiento extremo, es clave el acompañamiento de la organización, el apoyo de colegas, jefes y del área de Recursos Humanos. Es fundamental que la persona que esté atravesando este proceso, no sólo reciba asistencia externa, sino que tenga consciencia plena de su problemática, para poder enfrentarla, reconociendo la necesidad de dejarse ayudar, de modo de tomar las acciones necesarias para recuperar el equilibro y el bienestar físico y emocional.