Las ficciones tienen complejos niveles simbólicos y poderosos efectos movilizadores. Más allá que las novelas, las películas o las obras de arte sean ficciones, muchas veces dicen verdades contundentes sobre el mundo real. A menudo ofrecen un arco de metáforas e interpretaciones sobre situaciones de la vida mucho más complejo que el que pueden ofrecer otros géneros como las biografías o los libros de autoayuda.

Si bien en el mundo de los emprendedores la biografía de Steve Jobs resulta casi una lectura obligatoria, no hay que perder de vista que hay en muchas ficciones historias, secretos y mensajes de alerta muy útiles para los líderes con proyectos en ciernes.


- La historia del capitán Ahab: La hoy legendaria historia del capitán Ahab en busca de la ballena blanca que devoró su pierna es el máximo ejemplo de la perseverancia a cualquier costo. Ambientada en el clímax de la caza de ballenas durante el siglo XIX, la novela de Herman Melville muestra hasta en sus más mínimos detalles los secretos de los marineros que día a día se abocan a un único objetivo. El capitán Ahab cuenta con la mayoría de las características que todo emprendedor debería tener: un objetivo claro, conocimientos y herramientas, especialización y una mano hábil para liderar a los suyos hacia la meta. La complejidad está en la contracara, en la que los lectores también pueden ver en Ahab todas las cosas que no deberían hacer, como dejarse llevar por la obsesión, sacrificar a los colaboradores en pos de un objetivo egoísta, abusar de su autoridad y, lo que es aún más importante, no poder evaluar las posibilidades de éxito de su misión con claridad y la mente fría.


- La filmación de Fitzcarraldo: El cine está plagado de historias épicas, ya que el solo hecho de comenzar una filmación requiere de un fuerte trabajo en equipo y de la visión de un director que lleve el proyecto a buen puerto. Siguiendo estas pautas, la historia de la filmación de Fitzcarraldo es ejemplar y utiliza la metáfora del proyecto como una embarcación hasta las últimas consecuencias. Ambientada en el siglo XIX, la película, dirigida por Werner Herzog, cuenta la historia de un irlandés que tiene  el sueño de instalar una ópera en Iquitos, en el medio de la selva amazónica. Para ello, debe conseguir lo que todo emprendedor: dinero para financiar su proyecto. Entra entonces en el negocio del caucho, uno de los más prolíficos de la zona. Sin embargo, la creatividad de los visionarios no conoce de límites: Fitzcarraldo pretende ir a donde nadie llegó, levantando un enorme barco por encima de una montaña. Si esta es una historia de un emprendedor tenaz, la del director Herzog es aún mejor. El rodaje de la película estuvo plagado de accidentes (incluso mortales), conflictos culturales con los nativos del Amazonas, enfermedades y desinversión. Convencido de que había que recrear la hazaña de Fitzcarraldo con exactitud, Herzog intentó cruzar, efectivamente, un barco de 320 toneladas por encima de un monte, sin simulaciones ni efectos especiales. Cuatro años más tarde, lo consiguió. Hoy es uno de los mejores y más respetados realizadores del mundo, famoso por su capacidad para llevar adelante las aventuras cinematográficas más osadas.


- El éxito sí, pero no a cualquier precio: Evaluar todas las aristas de un proyecto es un ejercicio necesario para tener noción de todos los impactos, deseados y no deseados, que puede generar. El producto de nuestros esfuerzos, una vez terminado, puede interpelarnos también como humanos, en nuestra ética y nuestra responsabilidad como ciudadanos. Es por eso que la historia de monstruo creado por el Dr. Frankenstein, en la clásica novela de Mary Shelley, es muy útil para recordar que la mayoría de los proyectos tienen sus pros y sus contras. No solo en términos de su propio éxito o fracaso, sino también en relación a sus posibilidades y su integridad. El mundo de los negocios está aprendiendo que la visión puramente centrada en resultados económicos va dejando lugar a modelos en los que también importa el impacto social y medioambiental de la economía y las empresas. En este sentido, la sostenibilidad y la responsabilidad social empresaria e individual son cada vez más relevantes, también para los startups.


Estas historias nos pueden enseñar hasta dónde puede (y debe) llegar nuestra ambición, cómo debemos articular medios y objetivos, y que debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad sobre las personas que lideramos.